Aumento de pómulos

Cuando hablamos de realizar un tratamiento de aumento de pómulos debemos tener muy en cuenta el paciente que tenemos frente a nosotros. Si se trata de proyectar el pómulo joven, porque éste sea escaso, las infiltraciones de ácido hialurónico de alta densidad son una gran herramienta para ensalzarlos. Un procedimiento sencillo, ambulatorio y poco doloroso, pero que requiere de las mediciones, diagnóstico y ejecución de un médico de confianza.

La técnica del pinchazo (con cánula o con aguja) también requiere destreza y prescripción previa y ambas pueden dejar pequeños hematomas, inflamación pasajera y pequeños sangrados en la zona tratada. La duración de los resultados oscila entre los 12 y los 18 meses, ya que el ácido hialurónico es un material biocompatible y reabsorbible.

Continuando con el mismo tratamiento de aumento de pómulos, pero esta vez centrándonos en un paciente más maduro al que ya le afecta la flacidez, a la hora de reposicionarlo, no solo hay que rellenar la zona, sino todo lo que implica la mejilla. Es decir, debemos trabajar en todo el óvalo facial y el surco nasogeniano, incluso en las líneas de marioneta que se dibujan a ambos lados de los labios. De ahí que lo normal es que se opte por combinar varias técnicas y materiales, como los hilos tensores, los inductores de colágeno o la hidroxiapatita de calcio.

El aumento de pómulos es un protocolo que se puede realizar en un solo acto médico, con la aplicación previa de una crema anestésica para mitigar las molestias, y que debe realizarlo un especialista para evitar complicaciones y dismorfismos. La duración oscila entre los 12 y 18 meses, dependiendo de la edad del paciente, de los cuidados que se prodigue y del estado de la piel y la estructura ósea.